Cuando
cayó el out 27 del juego, y con ello el triunfo de Villa Clara, 8x5, ante
Matanzas, el estadio Augusto Censar Sandino explotó de emoción popular, de
efervescencia del pueblo, que dio rienda suelta al entusiasmo para disfrutar el
título de campeones de la 52 Serie nacional de béisbol.
Fue
una larga espera de 18 años, pero que se coronó esta vez con una disputada
serie play off final ante unos rivales difíciles, siempre combativos,
entregándose hasta el último aliento, de ahí el merecido reconocimiento para
Los Cocodrilos yumurinos.
Varios
fueron los protagonistas del éxito Naranja en la noche del miércoles en Santa
Clara: Entre ellos sobresalen el veterano receptor, Ariel Pestano, con su
cuadrangular decisivo con las bases llenas, en el final del sexto episodio, y
el relevo del corajudo Jonder Martínez, quien demuestra que todavía le queda
mucho en el montículo.
No
obstante, la victoria es resultado del trabajo colectivo de la tropa de Ramón
Moré, que supo venir de menos a más, clasificar a última hora entre los ocho
mejores, luego entre los cuatro semifinalistas, hasta desbancar por el título a
Los Elefantes cienfuegueros, primero, y a los matanceros después.
Concluye
así otro campeonato cubano de béisbol, muy atípico por cierto, pero que
demostró sobre el terreno que hay mucho talento en los jóvenes peloteros, y con
muchas ganas de jugar y elevar el nivel de la pelota que se juega en la mayor
de las Antillas.
La
52 Serie nacional pasará a la historia no solo por su nueva estructura, sino
por todos los contratiempos, matizados por la parada obligatoria por el tercer
Clásico Mundial, y luego por las continúas afectaciones de las lluvias en los
play off por el título.
Sin
embargo, lo más importante se reflejó en las gradas de los estadios de los
equipos que disputaron el título: repletas, llenas de entusiasmo, de colorido,
de iniciativas que revelan, una vez más, que el béisbol corre por las venas de
los cubanos.
De
ahí que bienvenido el merecido título para Los Naranjas de Villa Clara, equipo
que representará a Cuba en su regreso a la Serie del Caribe, prevista para isla Margarita,
Venezuela, en febrero del próximo año.
La
rivalidad mostrada sobre el terreno de juego, el amor por la camiseta mostrada
por los rivales en competencia, son
señales de que la pelota en Cuba tiene salud, y hay que encontrar los
mecanismos para enriquecerla y mejorarla.
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