Apenas comienza el segundo juego del play off final por el título de la Liga Superior de baloncesto femenino. La pizarra marca 10-3, a favor de las indómitas, cuando de repente la sala techada, Rafael Castiello, en la ciudad de Guantánamo, ruge, todo se estremece, el pánico y la confusión son protagonistas: aficionados, atletas, árbitros, reporteros, todos corremos fuera de la instalación deportiva.
El sismo, de 5.5 grados en la escala de Richter, interrumpe por varios minutos el desafío de baloncesto. Los comentarios se desatan, las llamadas telefónicas, los presagios, los recuerdos recientes de Haití y Chile.
Regresa la calma, pero los nervios continúan de punta, como augurando nuevas sacudidas. El desafío se reanuda, las santiagueras aumentan paulatinamente la ventaja en el pizarrón, por su parte las guantanameras se muestran erráticas, fallando constantemente aparentes canastas.
A poco para que termine la primera mitad, de nuevo el corre corre, la primera de las réplicas hace de las suyas. Más comentarios sobre los temblores de tierra, de las predicciones de que el Sur del Oriente está expuesto a una catástrofe de gran envergadura, rumores, tensión.
Con llamados al público a que reine la calma vuelve a reanudarse el juego de baloncesto. Concluye la primera mitad, la ventaja de las santiagueras es contundente: 35-15 refleja la pizarra.
Todavía faltaría otra replica y el habitual corre corre. Algunas jugadoras se muestran desconcertadas pero las santiagueras, con la explosividad y la puntería de la Casanova, logran imponer su estilo y derrotan por segunda vez a las del Guaso, esta vez la pizarra exhibe un categórico: 66-45.
Terminan las angustias para aficionados y atletas. La tarde del 20 de marzo de 2010 será muy recordada por todos los presentes en la sala techada, Rafael Castiello, de Guantánamo, no por las canastas anotadas en el juego, sino por el sismo que sacudió a todos, y nos puso a meditar.
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